viernes, 8 de octubre de 2010

Grafiti Quiteño: ¿El arte como denuncia social?

Las calles de Quito son a menudo una galería de arte que hace homenaje a la libertad de expresión, la libertad de culto y el arte urbano. Las paredes de edificios públicos y privados se llenan de frases de denuncia popular, citas de libros o simplemente el fragmento de alguna de las canciones de moda. No siempre el grafiti es poético o agradable, pero es parte esencial del precio que el libre acceso a la poesía urbana, o simplemente pintura en el mobiliario urbano.

Desde los inicios de la historia el ser humano ha sentido la necesidad de manifestar sus inquietudes artísticas. El grafiti describe diversos tipos de escritura y arte mural; en sí mismo es un género de comunicación, por lo que posee reglas de elaboración y combinación de elementos y frecuentemente con contenido político y social.

El grafiti capitalino se ha caracterizado como una burla al poder establecido. Es una pedrada al descuido del ojo transeúnte. Este fenómeno comunicacional tuvo su apogeo a inicios de los 90, cuando las paredes se llenaron de una expresión sarcástica de la cotidianidad ecuatoriana, como la crisis energética de Paute: "Orine en Paute y reclame un foco" o "Si al menos apagan la luz regalen condones".

Con el paso del tiempo los adoquines se convirtieron en medio de comunicación de masas. Fernando Izquierdo, grafitero y estudiante de diseño grafico: “Varios jóvenes salimos a las calles porque no tenemos otra manera de hacernos escuchar y hacemos de la urbe nuestro lienzo”. El grafiti, entonces, es sinónimo de contestatario, y en el Ecuador es una de las primeras evidencias de la revolución.

Sin embargo, aunque existen precedentes políticos y sociales en el aparecimiento del grafiti en Ecuador, con el pasar de los años se han ido adoptando nuevas técnicas como la aplicación de aerosol con plantillas, y el pegado de carteles y pegatinas. Los grafitis tradicionales son objeto de denuncia, hoy en día el grafiti también está vinculado a la cultura hip hop, y estos han seguido evolucionando, a veces influidos por el posgrafiti/arte callejero, a veces con total independencia.

Con la impresionante evolución del grafiti en Ecuador, el grafitero actual ya no es considerado un vándalo; hoy en día varios murales son considerados más que un espacio de denuncia, una verdadera obra de arte digna de exponer en los más famosos museos, tanto por la técnica como por el esplendido uso de color que hace el “artista”.